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lunes, 14 de septiembre de 2009

Viviendo la vida durante y después de la Quimioterapia…

Después de terminar las 12 sesiones de quimioterapia para prevenir una metástasis por cáncer de colon, la intoxicación está muy avanzada, la cantidad de canas se han triplicado, el pelo se ha caido, los dedos de las manos están dormidos, duelen las manos y cuesta trabajo escribir en compu y si vieran mi letra… los pies también están dormidos y es difícil el caminar, pero tengo muchas ganas de vivir y estar de regreso.

Mientras estás en el proceso de las quimios, todos tus amigos y familia, cercanos y lejanos, conocidos y desconocidos, conocen a alguien con cáncer y generalmente, de manera muy sutil, te empiezan a contar historias fantásticas de cómo el amigo de la amiga se curó tomando tal y tal cosa, o fue con tal chochero, brujo o chamán. El problema es que existen más de 100 tipos de cáncer diferentes y lo único que tienen en común, aparte del nombre, es que son un conjunto de células que crecen sin control alrededor de cualquier órgano pudiendo atrofiarlo. Por ende, también existe un sin número de procedimientos diferentes para la curación: quimioterapias, radioterapia y no se que más… la cosa es que cada cáncer se trata de manera diferente, con químicos diferentes, con intervalos diferentes y cantidad de sesiones totalmente diferentes.

Durante las quimios los doctores te dicen que todo va a salir bien, que cada quimio va a salir mejor, mi experiencia no fue así. Cada quimio tiene su propia historia, sin orden, sin grado, sin rencor… cada una llega como con vida propia. Unas te pegan durísimo y te tienen como trapo durante varios días, otras pasan desapercibidas (las menos), otras te pegan el primer día, otras el último día, algunas no te permiten ni caminar, los mareos son constantes y las nauseas difíciles de controlar.

Es fácil identificar a alguien que acaba de salir de la quimioterapia. Caminas como zombi, apenas te puedes enderezar y los pies te pesan como si trajeras polainas en un maratón. Das tres pasos y te quedas sin aire, te sientes agotado y pareces un viejito de 90 años, y aunque tu cabeza te dice: Vamos! Sigue adelante! El cuerpo no da… Llegas con ánimos, no te quieres dejar caer, pero este “veneno ‘pa la salu”…te mata. Mata tu espíritu y ganas de seguir adelante. Para todo hay solución y la cortisona es la gloria para minimizar los efectos, pero duele igual de sabroso.

Durante las sesiones haces muchos amigos. Todos con casos y calendarizaciones diferentes, pero de una u otra forma coincides. Te enteras de todo tipo de historias, algunas gratas, otras muy ingratas, que te hacen pensar que lo que te pasa a ti no es nada. Para mi fue triste encontrarme la mayor parte del tiempo siendo el más joven en la clínica. Eso te tumba, da tristeza y te preguntas por qué a mí, pero a la vez todos te dicen: “la tienes fácil, estás muy joven y vas a salir fácil de esta. Estás muy fuerte…”... y saben qué? Tienen toda la razón!!!

Extraño mi vida anterior, la adrenalina, andar de arriba para abajo todo el día, estar activo, tener energía de sobra y siempre querer hacer más… Sin embargo, estos meses de enfermedad me han cambiado, no extraño el estrés, ni la confrontación continua. Simplemente ya no estoy de humor para ello. Pienso que no vale la pena perder minutos valiosos de la vida en esas tonterías… not any more!

Quiero dejar huella, hacer más que sólo trabajar y ser un monito más en esta industria del control. Dicen que para transcender en este laberinto debes de plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo… yo sólo he cumplido con el 3ro, que es muy fácil y divertido, aunque mantenerlo, educarlo, hacerlo gente de bien, y sobre todo, que te vea como un buen Padre, eso, eso si que no es tarea sencilla. No he escrito ningún libro, sólo una tésis, un par de artículos, correos rolleros que cuentan mi vida en el hospital y este blog… si de algo cuenta. Sin embargo, ya dí un paso importante, empecé a dar clases en la universidad, algo que hace tiempo quería hacer, con la intensión de regresar algo de lo que me han dado, enseñar un poco de lo que se y que la vida me ha enseñado.

Estoy seguro que eso dejará Huella!